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La problema de desempleo es el principal reto al que se enfrenta el actual gobierno italiano. En medio del estancamiento económico que vive el país transalpino estos días, las cifras de paro dan la voz de alarma. En el primer trimestre de 2014, la tasa de paro ya cumple el 13,6%, siendo los más afectados los jóvenes de entre 15 y 24 años. En este último sector, el paro se sitúa en el 46%.

El gobierno del Primer Ministro, Matteo renzi, presentó el mes pasado una reforma laboral para mitigar estas tasas de desempleo a través de la introducción de una mayor flexibilidad en el trabajo temporal. El propósito de esta ley es mejorar la ley aprobada hace apenas dos años bajo el gobierno de Mario Monti.

En abril de 2013, Monti fue reemplazado por Enrico Letta, y a principios de 2014 llegó Renzi. Todos ellos han definido el desempleo como el problema más grave al que se enfrenta Italia. No obstante, las medidas adoptadas hasta ahora por sus respectivos gobiernos para promover el empleo no han dado los resultados esperados.

Los expertos locales ya han destacado en varias ocasiones que los motivos por las que una gran parte de la población italiana está sin trabajo no son tan simples como las que se encuentran en la ley laboral. Sus raíces son mucho más profundas de lo que creen los políticos italianos.

El nivel de desempleo en Italia atiende especialmente a una economía débil que no exige empleados. Sin ir más lejos, los últimos leves signos de mejora económica, incluido un incremento de la índice de confianza del consumidor el pasado mes de mayo, aún no se ha traducido en una caída del desempleo.

El PIB en Italia cayó un 0,1% en el tercer trimestre del año pasado, tras lo cual creció un 0,1% en el trimestre siguiente y volvió a caer un 0,1% a principios de 2014. Este estancamiento provoca, entre otras cosas, que nadie Verdaderamente puede hallar la respuesta mágica para erradicar el desempleo. El crecimiento económico es muy débil, por lo que ahora hace falta dar un nuevo impulso a corto plazo.

La gobierno de Matteo Renzi ha elaborado un ambicioso plan de reformas para reactivar la economía. Ahora existe un riesgo enorme de que este nuevo impulso no pueda frenar la hemorragia del paro. Si la tendencia continúa a este ritmo, para 2020 se estima que la tasa de desempleo ya podría rondar el 37%. Un verdadero desastre.

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